Vivimos en una vorágine de color, nuestra tierra peruana guarda en el corazón de sus montañas el color de su alma, de ahí nacen los colores intensos de los adobes secados al sol que son testigos de nuestro tiempo, de la arcilla matinal y el calor infinito nacen las tejas cuya textura, color y forma nos recuerda que vivimos en un país pluricultural y que nuestra identidad tiene la fortaleza de los cerros que soportan como las tejas la feroz lluvia, el incansable sol, los violentos vientos y el peso de la agonía de una historia y una cultura cuyos colores tenemos que rescatar y valorar porque los colores de las tejas son los colores de nuestro espíritu.
Alberto Oyarce Marzo 2019
LA MÚSICA DE DIOS
El Arquitecto Eugenio Nicolini Iglesias es un ejemplo de pasión y determinación Pura, dejo un recuerdo imborrable en varias generaciones de la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Artes de la UNI, su nombre se evocaba en los pasillos de la facultad y sus anécdotas y proyectos eran motivo de comentarios por sus alumnos, colegas y socios, admiraba a Alvar Aalto, pero sobre todo admiraba la cultura Peruana y el Arte. Aún recuerdo con añoranza una tarde que andaba perdido en los laberintos de la biblioteca y encontré la 3era planta de su proyecto de Grado, estaba en un rincón con varios planos antiguos que estaban siendo catalogados para archivarse, abrí con frenesí el enorme papel y mis ojos se rindieron ante lo evidente, la exquisitez de la composición, la belleza del trazo, las delicadas curvas del hemiciclo y el teatro junto a la proporción dinámica del conjunto y la marca de un Genio Soberbio imprimieron en mí una experiencia única e inolvidable. la tesis correspondía al Instituto de Artes y Ciencias Musicales del Arquitecto y estaba fechado en 1964… en aquel proyecto dominaba el alma de un espíritu libre que trascendía a través de la arquitectura y se convertía en la música de Dios.